Su simpatía y naturalidad hizo que se ganara el corazón de los aficionados. Con ella lloramos todos en Calgary, pero también disfrutamos y celebramos su medalla de Albertville. Una de las grandes figuras del deporte español, que nos dejó demasiado pronto.
La historia de Blanca Fernández Ochoa comenzó en Cercedilla, donde sus padres se mudaron para trabajar en la estación de Navacerrada. Desde muy joven, Blanca conoció la nieve y se enamoró del esquí. Su hermano Juan Manuel, la convenció para participar en su primera competición a los ocho años, donde sorprendentemente terminó en cuarto lugar y descubrió su potencial como corredora.
Con tan solo once años, Blanca se trasladó al centro de entrenamiento con internado para deportistas de invierno en Baqueira Beret, Viella. Allí mejoró mucho a nivel técnico hasta convertirse en una de las mejores esquiadoras del mundo. En 1980, participó en sus primeros Juegos Olímpicos de Invierno de Lake Placid, y un año después, consiguió la Copa de Europa de supergigante. En las olimpiadas del 84, en Sarajevo, consiguió el tercer mejor tiempo en la primera manga del gigante, siendo sexta en la segunda.
Llegó 1985 y consiguió en Vail la primera victoria de una esquiadora española en la Copa del Mundo. Dos años más tarde, quedó tercera en la clasificación final de Gigante en esta misma competición, y salió vencedora del eslalon de Sestriere. En los Juegos de Calgary en 1988, Blanca consiguió plantarse primera en la manga inicial del gigante, pero una caída la apartó del liderato y fue un duro golpe para la esquiadora que había anunciado su retirada después de los juegos. Pero el amor propio la impulsó a esforzarse un ciclo olímpico más, hasta los juegos de Albertville.
En Albertville, la madurez y la experiencia jugaron un papel clave para que la española consiguiera la ansiada medalla olímpica. Se convirtió en la primera mujer española en lograr una medalla olímpica, tanto en los deportes de invierno como de verano. Estuvo acompañada en el podio por la austriaca Petra Kronberger con el oro y la neozelandesa Annelise Coberger con la plata. Ese bronce supo a oro, y como era de esperar, Blanca fue recibida a lo grande en el aeropuerto de Barajas y luego hubo fiesta en su pueblo.
Una vez retirada, Blanca Fernández Ochoa trabajó en el CSD y fue madre de dos hijos, Olivia y David, que también se dedicaron al deporte. El CSD le concedió en 1983 y 1988 el Premio Reina Sofia a la mejor deportista del año y en 1994, dos años después de su retirada, recibió la medalla de oro de la Real Orden del Mérito Deportivo.
Blanca Fernández Ochoa nos dejó el pasado 24 de agosto de 2019. La esquiadora, que consquistó el corazón de toda España, falleció a los 56 años. Esa fue la fecha en la que se la vió por última vez en el pueblo de Cercedilla, antes de disponerse a subir a la sierra. Se denunció su desaparición cinco días después. Tras varios días de búsqueda, su cuerpo sin vida fue hallado el 4 de septiembre. Se encontró cerca de la cima del pico de La Peñota, en la sierra de Guadarrama, dentro del límite municipal de Cercedilla.
Imagen de portada vía ecured.cu