Una mente visionaria que vio antes que nadie una manera diferente de jugar al fútbol. Si a eso le acompaña un conjunto de jugadores de un nivel enorme, el resultado no puede ser otro. El Milán de Sacchi marcaría una época de oro.
Antes de hablar del Milán de Sacchi pongámonos en antecedentes. A comienzos de los 1980 el club rossonero se veía implicado en el escándalo por fraude (denominado Totonero, y en el que estaba implicado buena parte del Calcio), el cual tenía como objeto el amaño de partidos. El equipo fue descendido a la Serie B italiana. Giuseppe Farina tomó las riendas del club. A pesar de que En 1985 el club regresó a la máxima competición italiana, Farina abandonó el proyecto, dejando a la entidad al borde la quiebra y desaparición.
Durante un corto periodo se hizo cargo del club, Giovani Nardi, que acabo dándose a la fuga por impago de impuestos. En 1986, Silvio Berlusconi asumió la presidencia del club italiano haciéndose con el 51% de las acciones del club. En 1987 Sacchi aterrizaba en Milán con la responsabilidad de reflotar un equipo histórico. Era el nacimiento del Milán de Sacchi.
Su llegada coincidía también con la de Marco Van Basten y Ruud Gullit. Dos nombres que años después se convertirían en ilustres milanistas. Aquél primer año de Sacchi el Milán conquistó su undécimo Scudetto, luchando hasta la última jornada con el Nápoles de Maradona. Daba inicio uno de los períodos más gloriosos en la historia del club.
Al año siguiente llega otro gran fichaje, Frank Rijkaard. El trio holandés se complementa a la perfección con jugadores de la talla de Baresi, Maldini, Costacurta, Donadoni o Ancelotti. Aquél Milán de Sacchi dominó el fútbol varios años. 2 Copas de Europa, 2 Intercontinentales y 2 Supercopas de Europa, además de 4 Scudettos. Los jugadores también conseguían acumular menciones individuales, como los balones de oro de Ruud Gullit (1987) y Marco van Basten (1988, 1989).
El método de Sacchi era impresionante por la sensación de bloque colectivo que desprendía. Todos los jugadores se movían por el campo en conjunto y al mismo tiempo en la dirección del balón. Bajaban y subían, ya no todos juntos, sino manteniendo la misma distancia unos de otros. Años después muchos otros equipos imitarían, con mas o menos éxito el estilo del Milán de Sacchi.
En la temporada 1990-91, el Olympique de Marsella acababa con el ciclo triunfal del Milán de Sacchi en los cuartos de final de la Copa de Europa. Tras el 1-1 de la ida con goles de Gullit y Papin, la vuelta se presentaba como un duelo apasionante. Los franceses se adelantaron en el marcador, pero en el minuto 87 el Vélodrome sufrió un apagón. Los jugadores del Milán, siguiendo órdenes del vicepresidente del club, no volverían al campo por falta de iluminación y el árbitro declaró vencedor al conjunto francés. Los rossoneros fueron sancionados por la UEFA con un año sin jugar competiciones europeas.
Aquél día finalizaba el Milán de Sacchi. Al final de la campaña, Arrigo Sacchi dimitió como entrenador para hacerse cargo de la selección italiana. El Milán iniciaba una nueva etapa al mando, una vez más, de Fabio Capello.