Historia del penalti

El penalti; una historia triste

Curiosidades

Un invento que cambiaría el fútbol para siempre. Una historia que como otras muchas, esconde un final triste para su protagonista.

El penalti fue creado por William McCrum, hijo de un millonario comerciante de lino, creador de la famosa firma de fabricación de lino de McCrum, Watson y Mercer. Pero a William, conocido en el pueblo como Master Willie, nunca le interesó demasiado el negocio familiar. Lo que de verdad le gustaba era el cricket y el fútbol, en particular. Jugó como portero del Milford Football Club, del que también era propietario.

Como portero se dio cuenta de la violencia que se daba a veces cuando un delantero se aproximaba a la portería rival. En junio de 1890 surgió el debate de cómo erradicar la práctica violenta de algunos jugadores en el las proximidades de la portería. McCrum propuso un castigo muy especial: el penalti.

En una época en la que el fútbol se practicaba entre gentlemen, en el que no se concebía que un jugador diera una patada a otro intencionadamente para cortar una acción la idea de McCrum tuvo mucha oposición. Ya que esto implicaba que los jugadores hacían falta de manera deliberada, una idea inconcebible para el victoriano de la época, que tenía un enorme sentido de la deportividad.

No fue hasta junio de 1891 cuando la International Football Association Board aprobó el lanzamiento de penalti. Fue el 14 de septiembre de 1891 cuando el jugador John Heath del Wolverhampton Wanderers lanzó y marcó el primer penalti de la historia.

Al principio se pintaba una raya a 11 metros de la línea de gol, donde el jugador podía desde cualquier punto lanzar la pena máxima. A partir de 1892 se añadió otra línea que se dibujaba a 6 yardas de la línea de gol y que el portero no podía sobrepasar. Fue en 1898 cuando se modificó y se introdujo el punto de penalti. En 1905 se introdujo la regla de que el portero no se podía mover de la línea de gol. Años después se añadió la semicircunferencia en el área para que los jugadores (menos el lanzador y el portero)  permanecieran por detrás de ella hasta que no se lanzara el penalti.

Pero la historia de William McCrum no tuvo un final feliz. Murió solo, abandonado por su esposa y arruinado. Era un jugador empedernido. Derrochó la fortuna familiar entre los casinos de Montecarlo y su afición a la bebida. Falleció en una pequeña pensión en Armagh, justamente antes de las Navidades de 1932.

En señal de agradecimiento a su contribución al mundo del fútbol, la FIFA financió en el 2015 la restauración de su tumba en Armagh.

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