Un mundial que, a parte de lo deportivo, significó el fin de una era en el mundo del rugby y la reconciliación de Sudáfrica con el mundo del deporte una vez finalizado el Apartheid.
Sudáfrica, antes de llegar a ese mundial de rugby de 1995, no había participado en ninguna de las ediciones anteriores. El sistema de segregación racial que domino esa nación, durante unos 40 años, apartó a la nación de las principales competiciones internacionales.
Tras el fin del Apartheid en 1992 Sudáfrica se hizo con la organización de los mundiales de 1995. Para Mandela era un gran oportunidad de unir al país, con un deporte que años atrás se consideraba solo para blancos. Era, además, la primera vez que todos los partidos se iban a llevar a cabo en el mismo país.
El 24 de junio de 1995 en el estadio Ellis Park , de Johannesburgo, tuvo lugar la gran final. Los anfitriones se enfrentaban a los todopoderosos All Blacks (Nueva Zelanda). Ambos terminaron invictos en la fase de grupos. Sudáfrica dejó en el camino a Samoa Occidental y Francia, mientras que Nueva Zelanda doblegó a escocia e Inglaterra.
La final del mundial de rugby de 1995 no pasaría a la historia por un juego o técnica espectacular, pero si tuvo el ingrediente perfecto para una final, una igualdad máxima. Y es que por primera vez en la final de un mundial de rugby se tenía que ir a la prórroga. Fue Joel Stransky, a falta de siete minutos, quien anotaría el tanto final y desataría la locura en el Ellis Park de Johannesburgo.
Tras el partido tuvo lugar una de las imágenes mas famosas de la historia del deporte, con la presencia de Nelson Mandela vestido con la camiseta número 6 entregando el trofeo, Copa Webb Ellis, a François Pienaar. Aquél mundial de rugby de 1995 supuso también el fin de la era amateur del rugby.
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